Encuentro 50+4 | G. E. Niphargus

En el extremo Oeste de la Hoya de Piscarciano y bajo un inconfundible resalte calcáreo de 20 metros se encuentra el acceso al sector más occidental del Complejo.

En el extremo Oeste de la Hoya de Piscarciano y bajo un inconfundible resalte calcáreo de 20 metros se encuentra el acceso al sector más occidental del Complejo.Una vez franqueado el imponente portalón de entrada a Vacas, la cavidad se estrecha y reduce bruscamente su altura para dar paso a una sala de 30 metros, en cuya pared meridional se abre un pequeño escarpe de 4 metros que conduce a una caótica galería de morfología clástica. Tras un breve descenso entre bloques llegamos a una sala de 20 metros de diámetro por 15 metros de altura. En su anco septentrional, se abre un apéndice o subsala de la que surge un estacional aporte de agua, que discurre formando un pequeño cauce sobre el lecho arcilloso, a lo largo de gran parte de la cavidad, en dirección de la Cueva de las Arenas.

La citada sala se proyecta en una espaciosa galería con dirección N.O. Su suelo aparece cubierto por potentes depósitos de limo, reejo de la intensa actividad de la cueva en épocas húmedas, cuando llega a sifonarse en varios tramos de esta galería, como evidencian restos de materia orgánica adheridos al techo de la misma. Tras 160 metros de cómodo recorrido, la galería se ensancha notablemente y desemboca en un espectacular sumidero de 20 metros de diámetro y 13 de profundidad, conocido como El Embudo. Su función es drenar las aguas que temporalmente circulan por Vacas hacia la Cueva de las Arenas. Desde este punto es ya visible la luz del exterior y el tramo nal está jalonado por abundantes formaciones estalagmíticas de considerable tamaño.